Luego de más de un año de no publicar nada en el blog, y cumpliendo la petición de algunos, escribo hoy para mirar, desde la distancia que da el tiempo, cómo han sido los dos últimos años del ciclismo colombiano, el que le enseñó al país a ganar...
En Colombia somos expertos en vivir del pasado... cuántos años nos duró un empate 4-4 con la Unión Soviética (en esas épocas el CCCP que aparecía en la camiseta se interpretó por los colombianos como "Con Colombia Casi Perdemos"), de la gloria de Pambele y Rocky Valdés, de Cochise y Lucho Herrera y Fabio Parra y el resto de escarabajos en la "conquista de Europa"...
... y a veces, no disfrutamos del presente...
Y el presente del ciclismo colombiano es muy, muy bueno, gracias a la calidad de los corredores, que muchas veces por su terquedad perseveran aunque nadie los apoye, se van del país con un morral lleno de sueños pero con situaciones desventajosas, y algunos pocos encuentran el camino gracias a los cada vez más importantes procesos de formación... que se crearon gracias al declive luego de la brillante generación de los 80.
No es necesario mencionar todos los logros ciclísticos de los últimos 5 años... Tour de L´Avenir en tres ocasiones, GiroBio en 2 ocasiones, 1 Giro de Italia, 3 medallas olímpicas, 3 subcampeonatos de grandes eventos de ruta en el mundo, ya no recuerdo cuántos campeones mundiales en pista, ruta, bmx, paracycling, y muchas medallas en mundiales, copas mundo, juegos panamericanos, centroamericanos, suramericanos, bolivarianos y campeonatos panamericanos...
Creo que, ante todo, debemos ser conscientes de que la raza colombiana, si es que hay una sola, está destinada a grandes éxitos ciclísticos, por que los orígenes son diversos y solo tienen en común la calidad como ciclistas... el muchachito que se levantaba temprano a ordeñar las vacas en la finca que administraba su papá, el chancero que encontró en la bicicleta una forma de homenajear a su padre y salir de la pobreza, los recolectores de café que conseguían plata para darse sus gusticos, la niña que desde pequeña se aficionó a los saltos y la adrenalina en las pistas de Medellín, los muchachos campesinos que se fueron volviendo corredores de tanto ir al colegio en bicicleta, y en algunos casos, muy escasos, el muchacho que desde niño quiso ser ciclista por afición heredada y su pertenencia a una de las escuelas de ciclismo del país...
Solo nos falta creernos de verdad este cuento, pensar que podemos ser una verdadera potencia ciclística mundial, pero trabajar para la sostenibilidad de este precepto en el tiempo, que no sea por esa generación espontánea que aparezcan corredores, sino por un verdadero y sistemático proceso de detección de talentos, de apoyo a los mismos, y de creación de nuevas competencias con puntos UCI, puntos en los que todavía a la Colombia ciclística le hace falta
lunes, 26 de enero de 2015
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